domingo, 21 de julio de 2013

Don't Let the Music Die...

No he si han notado pero en la barra de abajo de este blog hay una barrita con un reproductor de música (escuchela, no le va a quitar muchos megas de conexión ;3), esa música es una parte importante de mi vida, para que decir que la lista actualmente puesta es sólo una pincelada de la música que uso para escribir, esa música que inspira los bosques, los hielos, los pantanos, los parques oscuros y las calles llenas de gente que no es capaz de verte.
Que depre suena! Pero alguna vez escuché por allí que los mejores escritores son aquellos que están sumidos en las profundidades de su atormentada mente y acosados permanentemente por sus adicciones y poco prístinas formas de vida, ejemplo Edgar Allan Poe (Maestro, lea alguno de sus cuentos). Y dicho esto reviso que, lo mejor escrito en mis cuadernos y archivos fue del tiempo en que vivía viendo todo negro y creo que parte de mi bloqueo literario tiene que ver con que mi vida no tiene muchas emociones actualmente (o sea hacer aseo y cocinar no no suenan a batallas con cuchillos ni a príncipes azules >__<)

La música me lleva allá, me lleva a esos momentos, me transporta como un espectador a mis mundos, pero tiene una trampa que es simple y maldita: si te mantienes en ese estado de ánimo lúgubre por un tiempo superior, no te quitas eso de encima y tus problemas vuelven a ti, o sea es vivir al filo de una crisis depresiva eterna sin control que una y otra vez te vuelve inútil y dependiente pero... acaso no sería hermoso poder sentir y visualizar con detalles esas situaciones que sólo son borrosas y poco descriptivas cuando las pongo en papel?
Como dije antes soy un intento de escritora, trato de aprender un poquito cada día, me cuesta, pero no se imaginan que es poner una canción de Rammstein e imaginar masacres en bosques fríos de otoño donde puedes hasta sentir la violencia en los ojos de los contendores o poner Keane y ver un cuerpo destruido con un alma que aún lucha. Me doy por pagada con el poder respirar eso y por la magia que me entrega la música.

Así la banda sonora de nuestra vida nos llama, nos sorprende, sus acordes nos tocan a nosotros con dedos invisibles como un amante tierno y dedicado, no dejemos que muera.
Yo me sacrifico y voy al límite con mi música, me paro en el borde del abismo y grito... Quizás algún día todo esto me vuelva a controlar y yo vuelva a caer pero es un riesgo que quiero correr, que quiero vivir, no puedo dejar mi lápiz a un lado mi silenciar la música... No esta vez.